26 sept 2011

Hoy es lunes

Hoy es lunes y siempre hay mil motivos para quejarse de los lunes, sobre todo si has de ir a trabajar y no tienes ganas, si tienes obligaciones que cumplir, si ha sonado un despertador demasiado temprano.
Hay martes que también parecen lunes e incluso jueves que son peores, pero no quiero que hoy termine el día sin encontrarle el lado bueno a un simple lunes. Quizá el viernes piense que el lunes no fue un día tan diferente y que debería haberlo dejado pasar sin más.
No es primero de mes ni tengo la cuenta del banco reluciente, no es festivo ni siquiera ha sucedido algo especial, es otro lunes más. Mi empeño en que sea diferente es cuestión de cabezonería: necesito desahogarme. Quiero escribir y no sé de qué. La vida me pone las letras en los dedos, pero hoy me faltan las ideas y me sobran teclas. Encadenar pensamientos sin un propósito, sin orden lógico y sin reflexionarlos antes, no es lo que hubiera planeado ni escrito si tuviera algo que contar, pero no lo tengo. Hoy no ha entrado nadie a contarme sus ilusiones o miedos, y si lo han hecho no puedo desvelarlos, me obliga el secreto de mi profesión. He de confesarme ante vosotros y hablar de mí, hoy la ventana está abierta y el silencio de miles de televisores sonando disonantes entra sin llegar a ofenderme. Me he sentado ante el teclado y quiero que conozcáis mi secreto: no he abierto el bar por vosotros, lo he hecho por mí y seguirá abierto aunque no entre nadie. Yo seguiré poniendo mis sonidos, mis imágenes y mis letras, cambiaré la decoración y ordenaré los vasos mil veces más; pondré películas, cortos y un millón de letras sin orden ni concierto.
Hoy es un lunes cualquiera, pero será el primer lunes de la nueva vida, porque la vida empieza en el mismo instante en que tú decides que empiece y yo he decidido que sea hoy, lunes.