25 jul 2011

La angustia y la locura reflejada en los ojos de Van Gogh


Él sabía que estaba loco y enfermo;
él sabía que era un genio;
él sabía que no sería feliz.

Las miserias que cada día me saludan tristes en el espejo son mías y de nadie más. Están conmigo el tiempo que tardo en lavarme los dientes y las oigo perfectamente porque ya no dejo correr el agua del grifo. Respeto el medio ambiente mientras afianzo mi propia destrucción.
Con los ojos aún entreabiertos, la piel arrugada por las marcas de los pliegues de la almohada y un gesto cansado, no soy capaz de mantenerme la mirada más allá de un instante.
Termino rápido, enciendo la radio, dejo que fluya el ruido cotidiano y no me miro más en el espejo. Sé que hasta mañana, cuando vuelva a mirar de nuevo mi reflejo, habré vivido un día más acumulando miserias no biodegradables y sabiendo que no soy Van Gogh.


(Se abre la galería de arte para que expongáis vuestras obras)